La palabra es un regalo. Un precioso don derramado en las entrañas de aquellos que aún tratan de apresar la verdad. Es un presente inesperado, inmerecido, a veces desconocido, oculto.

Una de las mayores satisfacciones del maestro es descubrir el poder, los dones, las capacidades que se encuentran dormidas en sus alumnos. Descubrirlas y re-conocer su valor, su potencial, el inmenso poder de lo inmerecido, de lo otorgado, del don.García Márquez pidió en el último congreso del ya anciano idioma español que escribamos, y que escribamos bien... para esos millones y millones de lectores ávidos por encontrar en las palabras algo más que promesas o esperanzas de consumo. Que escribamos bien, que mimemos las palabras, que pongamos en el cajón de los regalos el más preciado, el más frágil, el más etéreo, el don de (enseñar) la palabra.







sábado, 22 de octubre de 2016

RELATO: LOS OJOS AMARILLOS DE MI COCODRILO

Comenzamos por explicar la connotación y denotación de las palabras. Se siguió comentando una película y se propuso desde la aplicación de actividades de Inteligencia Emocional este título de relato:
LOS OJOS AMARILLOS DE MI COCODRILO.
Os iré poniendo los relatos. Comenzaré con este que a mí me ha emocionado:





LOS OJOS AMARILLOS DE MI COCODRILO

Me siento observada. Cada vez que veo esos ojos de color amarillo me reafirmo una vez más: son cocodrilos. Los cocodrilos tienen sentimientos, pero no demuestran ningún interés en conocer los míos. No les interesa saber cómo realmente soy yo. No lo dudes. No malgastarán su tiempo en conocerte. Prefieren dejarse llevar por los rumores que arrastra el agua donde se encuentran. Cada vez que veo como sus bocas llenas de dientes afilados se abren, no puedo evitar pensar que lo que pronuncian sus labios es mi nombre.
Son tantas veces ya las que me los he encontrado que intento evitarlos a toda costa. Sus frías miradas me incomodan, me hacen sentir mal y ahora evito sus penetrantes miradas.
No estoy sola en este camino. Me siento acompañada por más gente como yo. Personas que no te mirarán por encima del hombro ni hablarán mal de ti a tus espaldas creyéndose superiores. Estoy aprendiendo que los cocodrilos son tóxicos. No hay que desearles nada malo. Simplemente, apártate de ellos. Sus ojos amarillos se desvanecerán en la sombra de los miedos.
                Carmen Marcuello. 2º B  SECUNDARIA