Era un día frio y nevaba más que nunca.
Como de costumbre, fui a dar a dar una vuelta. En mi camino encontré una pared donde muchas personas habían escrito sus nombres. Yo, escribí alma. Deje caer la tiza al suelo. En ese momento oí un ruido. Me gire. Y vi tras un escaparate un muñeco.
Extrañado, caminé hacia él. El cristal estaba cubierto de nieve, así que con la mano lo limpié un poco para ver mejor. Cuando vi al muñeco me quedé perplejo. Era idéntico a mí. Me miré, pues vestía igual que yo. Rubio, con una gorra azul encima de la cabeza, un chaleco rojo, unos guantes y pantalón verde. Impresionado levante la vista, para volver a verlo pero, ¡el muñeco ya no estaba! Camine hacia la puerta, para ver si desde esa perspectiva lograba verlo.
Lo puede localizar. Estaba encima de una mesilla. Intente abrir la puerta, pero estaba cerrada. Enfadado cogí una bola de nieve y se la tiré. Disgustado empecé a caminar pero, en ese momento oí el rechinar de la puerta. Me gire. La puerta estaba entreabierta. Fui corriendo hacia ella y entre en la tienda. La examine detenidamente. Estaba repleta de muñecas y muñecos, de todos los tamaños y colores, con todos los complementos que te puedes imaginar. Encima de la mesilla seguía el muñeco. Caminé hacia él, poro tropecé con algo. Me agaché. Era un muñeco que no paraba de pedalear su bicicleta. Estaba tumbado, así que lo puse correctamente y el muñeco salió veloz hacia la puerta, que en ese momento, se cerró. El muñeco se chocaba contra la puerta, retrocedía y volvía hacia adelante repitiendo la misma hazaña constantemente. Me puse de pie en busca de mi “replica”, pero en la mesa ya no estaba. Lo empecé a buscar por todas partes, hasta que lo vi. Estaba encima de un estante. Fui hacia él. Para alcanzarlo me subí encima de un sofá. Me quite un guante con la boca y estire el brazo lo más que pude. Logre tocarle la nariz. En ese mismo momento pasaron delante de mis ojos millones de imágenes. Después de aquella experiencia me intente mover pero no podía. Veía la tienda desde la vista de mi “replica”. La única explicación que encontraba era que me había convertido en él. Después vi como los ojos de todos los muñecos que estaban a mí alrededor se empezaban a mover. Y ante los míos una muñeca pelirroja con un vestido rojo con flores, subía girando sobre una plataforma pequeña que se situaba delante del escaparate. Sin duda, era la “próxima víctima”.
Heidi CamposanoEsta nevando y Alma va paseando por la ciudad mientras caen copos de nieve. Hace frío. Alma va saltando feliz por las aceras. De pronto, se siente atraída por un mural lleno de firmas de niños, “Marta”, “Belén”, “Elena”, “Patri”… y decide escribir también el suyo “Alma”. En ese preciso momento en el escaparate de la tienda de juguetes que hay enfrente del mural, aparece una muñeca muy parecida a ella. Se acerca hasta el cristal del escaparate lentamente. Se busca dinero en los bolsillos para comprarla. Cuando alza sus ojos hacia el escaparate, la muñeca ha desaparecido. Se dirige hacia la puerta de la tienda. No puede abrirla. Se enfada y tira una bola de nieve contra la puerta. Mientras se aleja, oye como la puerta se entreabre. Entra en la tienda. Está llena de muñecos y en el centro se encuentra la muñeca que tanto se parece a ella y se siente atraída por ella. Intenta cogerla pero tropieza con un juguete de un niño subido en una bicicleta antigua, lo coloca de pie y observa como intenta escapar de la tienda, chocándose contra la puerta cerrada. Vuelve sus ojos hacia la muñeca, ha desaparecido. La busca. La encuentra sobre la última estantería de la pared y decide subir a buscarla. Se quita el guante para cogerla. La toca y algo sucede…, Alma ya no es una niña, pasa a formar parte de la muñeca que tanto le atraía. Sus ojos ven, se mueven, como los del resto de los muñecos de tan misteriosa tienda, pero el resto de su cuerpo no.
La enigmática tienda de juguetes se prepara para apoderarse de la siguiente niña. La próxima será morena, de pelo largo, su muñeca asciende desde el sótano esperando a su Alma… Marta Guillén
French Roast
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